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Llevó a la práctica la filosofía Montessori y fue un éxito

Conocé la historia de la emprendedora argentina Marianela Casanova, quien fabrica muebles para chicos y no para de crecer.

Marianela Casanova junto a su marido Nicolás son dueños de “Lala Montessori”, el primer emprendimiento de muebles Montessori del país. Hoy facturan cinco millones de pesos, tienen una sede en Uruguay y están en tratativas para continuar la expansión en la región.


El emprendimiento fue lanzado en el 2016, en un momento económico crítico de la pareja, con deudas en la tarjeta de crédito y $700 que una inmobiliaria le había pagado por una recomendación. Fue allí que, Marianela decidió apostar por una idea y mandó a hacer una cama para Luca, su primer hijo.


De dónde surge la idea

La pareja estuvo cinco años para poder ser padres, en ese tiempo, Marianela aprovechó e investigó sobre la educación que quería darles a sus futuros hijos.


Así fue como conoció el movimiento del método Montessori en España, del que se enamoró. Cuando nació Luca, quiso armarle un cuarto siguiendo esta pedagogía: muebles bajos, a su altura, que acompañasen su desarrollo y fomentaran su autonomía. Pero no encontró nada.


Estudió sobre la filosofía, se formó como asistente Montessori y como diseñadora de muebles. “Con la llegada de Luca no quise ejercer como docente de lengua (Marianela es licenciada en Letras y tiene su propia editorial). Elegí hacer mobiliario, porque me encanta la madera, estar en contacto con materiales nobles, y porque el concepto de ambiente preparado es uno de los pilares de la filosofía Montessori”, explicó.


A la par, fundó con otros padres y madres un jardín Montessori, para el que hizo los primeros muebles. “Eso me re sirvió, porque no solo estudiaba, sino que vivía la metodología tanto en mi casa como en el jardín”, señala. Como no había nada similar en el mercado, la gente le pedía sus muebles. Marianela los entregaba en su propio auto, atados al portaequipaje. Hacía malabares entre la editorial, la casa y el emprendimiento.


Nicolás tenía un trabajo estable en una gran empresa y eso le dio la seguridad para emprender. Pero al poco tiempo, dos días antes de que naciera su hija Roma, lo echaron. Por lo que pusieron todos sus esfuerzos en el emprendimiento familiar. Luego, las redes sociales hicieron que el negocio explotara.


La expansión regional

“Muchísima gente de Uruguay nos escribía diciendo que quería nuestros muebles. Como Nico es uruguayo, empezamos a pensar en abrir Lala allá”, relató. Sin embargo, con la pandemia y las fronteras cerradas, no fue tan fácil.


Durante meses, Marianela tramitó un permiso especial para poder viajar a Uruguay y lanzar su emprendimiento. “Arrancamos con un solo carpintero, haciendo los mismos muebles que acá y abrimos la red social”, agrega. Tuvieron muy buena recepción e incluso lograron hacer alianzas con otros emprendedores. Además, están en tratativas para licenciar la marca en Bolivia, Chile y Paraguay.


Marianela y Nicolás

En números

Inversión inicial: U$S 50

U$S 20.000 de inyección para consolidar y expandir el proyecto.

Ventas anuales: $5.000.000

Más de 1.000 muebles vendidos

Trabajan 2 personas de forma directa y 5 indirecta.

Los precios de los muebles van desde los $6.000 hasta $40.000.


Fuente: La Nación


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