Todo el mundo tiene ideas. La mayoría son buenas y posibles. El punto es que no hay demasiadas personas dispuestas a realizar el enorme esfuerzo que supone hacer pasar una idea desde el papel al mundo real. Lo difícil es construir un puente entre un sueño y la realidad.
Para que una idea se materialice es necesario conjugar una serie de factores:
Definir un plan de negocios, cuantificando inversiones y costos.
Analizar la cadena de valor del negocio.
Estar en conformidad con las regulaciones
Formar un equipo.Conseguir capital.
La vocación del emprendedor es un requisito fundamental, tanto como ser consciente de las propias capacidades y debilidades para afrontar el desafío. También hay que estar preparado para enfrentar la derrota. Un emprendedor debe tener los pies sobre la tierra y cuotas iguales de optimismo y realismo. Debe lograr que los que trabajan con él se sientan con el derecho y la obligación de ser también emprendedores.
Afirmarse en seis pasos
1) Percibir la oportunidad
Al descubrir una oportunidad, el emprendedor genera una idea para aprovecharla. No es necesario que invente algo nuevo para conquistar un nicho del mercado. Muchas veces alcanza con dar respuesta a una necesidad en un rubro explotado en forma inadecuada, o lanzar un producto que complemente otro ya impuesto. Luego, hace falta encontrar la motivación y la capacidad para hacer que esa idea en bruto sea viable.
2) Cuestionar la idea
La idea en bruto debe superar una serie de filtros que permitan determinar si realmente existe una idea fuerza. Ese proceso debe incluir el cuestionamiento de la oportunidad para determinar si el proyecto está satisfaciendo una necesidad del mercado y si es rentable.
3) Hacer un análisis económico y financiero
Mediante un análisis económico, se identificarán los ingresos y los costos para obtener la rentabilidad del proyecto. Y a través de un análisis financiero se determinarán las necesidades de inversión de capital, y el tiempo en que se espera recuperar dicha inversión.
4) Definir estrategias
Es el proceso mediante el cual se define el plan de acción, que se utilizará para posicionar al emprendimiento, satisfacer a los clientes, competir con éxito y lograr un desempeño del negocio que garantice la rentabilidad. Definir estrategias es trazar el futuro del negocio.
5) Planificar e implementar
Para asegurar la perdurabilidad del proyecto hay que tener un plan de negocio realista que neutralice a los competidores actuales y futuros. Este plan no es otra cosa que un “mapa” para orientar al emprendedor, de manera que sepa cómo llegar al objetivo definido. Ayuda a pensar metodológicamente la forma de cristalizar el proyecto, además de representar la imagen del negocio frente a potenciales inversores, posibles socios y proveedores. Pero hay que tener en claro que se trata de una herramienta valiosa, pero no es el negocio en sí.
6) Evaluar permanentemente
Ser buen emprendedor significa, además, saber retirarse a tiempo. Esto implica la capacidad de determinar cuándo el negocio ha dejado de ser una oportunidad. Saber crear y poner en marcha un proyecto es tan importante como poder identificar el momento exacto para cerrarlo. La empresa debe repensarse constantemente para monitorear si está en el camino adecuado e introducir las variantes necesarias para asegurar su viabilidad. Para los verdaderos emprendedores, el fracaso es como un lugar de descanso para analizar lo ocurrido, procesar la experiencia y tomar fuerza para encarar un nuevo proyecto
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