El gran problema, después de la inflación, es el miedo. Hay una crisis de confianza interna y el único camino es mentalizarnos que el éxito en materia comercial es nuestro deber, nuestra obligación y nuestra responsabilidad, especialmente en un país como el nuestro.
En Barcelona, donde realicé una serie de capacitaciones y seminarios, pude compartir y conocer de cerca muchos emprendedores, comerciantes, empresarios y público en general de Europa e Israel. Debo confesar que, reunión a reunión, sentía tristeza viendo las abruptas y absurdas diferencias que hay entre la Argentina y estos países. No hay punto de comparación entre el nivel de vida de un trabajador promedio europeo y uno argentino.
A modo de ejemplos: el salario promedio en España equivale a unos 1930 dólares, mientras que en Argentina es de 262 dólares. La tasa de inflación anual en la España post pandemia es del 5,8%, cuando en Argentina llegó al 94,8%; y, para aquellos que desean obtener un crédito personal, la tasa anual de interés, a 10 años de plazo, es del 3% anual en España y en Argentina del 211,53 anual, a 6 años, tomando el Banco Nación como referencia.
Esto me lleva a compartir una reflexión: en la Argentina, con un poder adquisitivo decreciente, se está pulverizando a la clase media.
Estamos ante gobiernos que nos han llevado a tener 12 tipos de cambio distintos, en donde el nivel actual de pobreza es de al menos el 43,1% de la nación; donde la nueva generación, y hablo de niños de hasta 17 años, están inmersos en la pobreza profunda en un 62% de los casos; en un país donde hay 167 impuestos (43 nacionales, 39 provinciales y 85 municipales), más la Inflación, que es el peor y más temido de todos. Los gobiernos se han encargado de sepultar sistemáticamente el poder adquisitivo de los argentinos. Un país donde 28 millones de personas reciben ingresos directos por parte del estado y existen 182 tipos de planes sociales, una de las razones por la que cada 6 meses se duplica la masa monetaria, haciendo perder cada día más valor a nuestra moneda.
El panorama político nos muestra la decadencia, la falta de ideas e iniciativa por parte de los dirigentes y funcionarios y nos hace ver que el camino que los argentinos tenemos que tomar, para lograr una vida próspera, debe venir por el lado del emprendedurismo, la educación financiera y la creación de marcas personales. No existe solución diferente para que una persona pueda mantener su poder de compra en nuestro país.
Cuando salimos al exterior terminamos de tener real dimensión de lo lejos que estamos de tener una clase media real como en los casos de España o Israel, por mencionar alguno. En esos países la opción de no emprender es realmente una opción, ya que tener un trabajo garantiza a sus ciudadanos un nivel de vida más que digno, incluso poder darse ciertos lujos o lo que para un argentino sería un lujo, como salir a comer afuera una vez por semana, comprar ropa o hacernos un pequeño autoregalo una vez a la semana; planificar vacaciones, tener vehículo propio, trabajar no más de ocho horas al día y cinco veces por semana, tener tiempo de ocio y tener el dinero disponible para destinarlo a ese tiempo de ocio.
Ante la falta de ideas e iniciativa por parte de los dirigentes y funcionarios, el camino que los argentinos tenemos que tomar para lograr una vida próspera debe venir por el lado del emprendedurismo, la educación financiera y la creación de marcas personales
En la Argentina cada día más personas en relación de dependencia, o con un trabajo formal, cruzan la línea de la clase media y aterrizan en la pobreza, encontrándose ante la imposibilidad de llegar a cubrir la canasta básica ($152.515 mensuales) que, por cierto, no deja de aumentar.
Entonces mi pregunta vuelve a ser la misma: ser emprendedor, ser dueño de nuestro propio negocio en la Argentina ¿es realmente una actitud temeraria?
En el mundo de hoy, y en la Argentina en particular, la mejor forma de evitar un riesgo es tomando riesgos, saliendo de la zona de confort y entendiendo que el gran problema, después de la inflación, es el miedo. Hay una crisis de confianza interna y también hay una realidad: nuestra moneda se deprecia constantemente y, no obstante a eso, vemos que el único camino, y el más potente, es ganarle al miedo, mentalizarnos que el éxito en materia comercial es nuestro deber, nuestra obligación y nuestra responsabilidad, especialmente en un país como el nuestro.
Muchas veces se llega a las grandes ideas producto de la inspiración, como en Europa, o de la desesperación como en Argentina. Indistintamente cual sea el canal, lo importante es:
a) Darnos cuenta del problema real, lo cual representa ya el 50% de la solución;
b) Pasar a la acción.
Debemos comprender que la vida no es un ensayo general, que esta es nuestra versión definitiva. Tener una vida más prospera no depende del gobierno de turno sino de nosotros mismos y las decisiones que tomemos.
Debemos asumir el 100% de la responsabilidad y aceptar que solo nosotros, y nadie más que nosotros, tenemos el poder para pasar a un segundo nivel y que el camino para alcanzar la libertad financiera no es otro que descubrir nuestro talento y plasmarlo en una marca comercial, creando así nuestro propio negocio que nos de flujo de efectivo y nos permita crear activos de alta calidad.
Por Daniel Adler
Especialista en Educación Financiera
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