Belén Barragué hoy tiene cinco locales en Buenos Aires, 11 puntos de venta en el interior del país y la tienda online
Cuando Belén Barragué tenía 20 años quería irse de viaje, pero con los horarios de la facultad se le hacía difícil encontrar un trabajo en relación de dependencia para juntar el dinero. Llamó entonces a su amiga Inés García Iturralde y juntas decidieron vender ropa en el living de su casa.
Como la inversión inicial no alcanzaba para muchas prendas, antes de comprar nada se sacaron fotos en el probador con la ropa y las compartieron en Facebook. Pusieron a la venta, luego, los looks que mejores comentarios habían tenido.
Así nacía Sofía de Grecia, la marca de ropa y zapatos que, 10 años después, emplea a 25 personas, tiene cinco locales y una tienda online.
Barragué apostó a las redes sociales desde el día cero para promocionarse. Buscaba en Facebook a alumnas de colegios de la zona para promocionar las ferias que llegaron a tener cola en la puerta de su casa para poder entrar.
El dúo pronto entendió que el hábito de las consumidoras estaba en proceso de cambio y se enfocó en llegar a ellas a través de la web: "Se ven vidrieras por redes sociales. El consumidor hoy elige aprovechar su tiempo para otras cosas. Por lo que primero investiga en su casa desde su celular y luego va al local con la foto solo para buscar el producto específico, sin perder tiempo. Instagram es nuestra avenida Santa Fe. El ciclo de compra arranca en las redes sociales", define la emprendedora de 31 años.
La marca aprovecha al máximo las posibilidades que le dan las plataformas digitales y la fundadora explica que las usa para tener un canal directo con las compradoras e involucrarlas en la toma de decisiones: "Para saber qué piensan alcanza con leer los mensajes directos que nos llegan. También hago mucho focus group online. Muestro lo que estamos haciendo y hago preguntas hasta sobre cómo les gustaría que sea un zapato. En ese momento tomo decisiones clave que van a afectar las ventas del futuro. Hago una encuesta y me pueden contestar 20.000 personas en tres minutos. Eso de otra forma es inviable", reconoce.
Mientras la presencia de la marca se hacía cada vez más fuerte en redes, Barragué de a poco se posicionó con su propio perfil. Empezó con un blog donde daba consejos de emprendedurismo –es miembro de la Asociación de Emprendedores de Argentina (ASEA)– y en 2012 se hizo famosa en Snapchat, cuando fue a la semana de la moda de Nueva York y transmitió su experiencia desde allí. "Después me fui a estudiar afuera y mostraba cómo eran las clases. Mi vida era un reality", recuerda la ahora influencer que suma más de 65.000 seguidores en su Instagram personal.
La clave está, según admite, en comunicar mensajes reales. Acusa que en las redes se cruza con mundos perfectos que muy lejos están de la realidad. "Me pasó de ir a eventos con influencers, ver que la están pasando mal y cuando hay que grabar el video cambian la sonrisa. A mí lo de ser influencer se me dio solo y lo siento como una responsabilidad porque creo que las redes también tienen su lado negativo. Quiero mostrar que mi vida no es perfecta, que hay días que me encanta ser emprendedora y días que no. Y con eso logro mucha empatía", admite Barragué.
Considera que para quien aspira a un puesto de liderazgo, las redes sociales van a ser una herramienta fundamental en la construcción de credibilidad. "Los jóvenes esperan de sus líderes mensajes reales, no a un vendehumo. Quieren ver metas alcanzables". Desde el look del día, la intimidad de un viaje o cómo resuelve los problemas cotidianos de la vida del emprendedor, Barragué construye su marca seguidor a seguidor.
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