En la Argentina hay un enorme potencial para emprender que no solo incluye grandes ideas sino también resiliencia y creatividad.
Cualquier persona que haya estado inmersa en un emprendimiento, sabe que iniciar una empresa implica afrontar una serie de riesgos que abarcan desde lo financiero y económico hasta los terrenos más personales. Desde que nace hasta que llega a ser rentable, el famoso momento conocido como break even, pueden pasar muchos años en los que se vive una gran incertidumbre. Los primeros momentos de toda empresa son siempre los más difíciles, por la inestabilidad constante y el desconocimiento sobre lo que habrá que atravesar.
En la Argentina, hay un enorme potencial en el ecosistema emprendedor, que no solo tiene grandes ideas, sino una robusta resiliencia y creatividad para superar las crisis. Es un fenómeno que no se da tan fácilmente, y es la razón por la cual hay tantas startups que consiguen levantar capitales de fondos de todo el mundo y salir adelante, en especial en el terreno tecnológico y financiero.
Ese coraje de arriesgarse y confiar en una idea, que después se vuelve tangible, es la base sobre la que se montan y crecen las grandes empresas. Como parte de una compañía que está atravesando un profundo proceso de reorganización y transformación cultural, creo que es importante instalar y potenciar esa forma de pensar emprendedora y poner en el mindset de todos nuestros equipos la innovación y generación de nuevas ideas como parte de la rutina de trabajo.
La transformación digital es parte de este proceso, en el que no sólo nos reinventamos desde la tecnología, sino que también cambia la cultura de trabajo. Con el concepto de red, la posibilidad de crear vínculos entre cada segmento del mercado se expande. Esto nos permite integrar cada vez más el ecosistema financiero con otros ecosistemas y pensar en soluciones que efectivicen y mejoren la cadena de valor de cada pequeña empresa o gran compañía.
En el 2022, las inversiones en startups argentinas superaron los 400 millones de dólares, según un informe de la firma KPMG. Esto nos habla de que, a pesar de la dificultad económica que atraviesa el país, las personas siguen confiando y creando nuevos negocios. En este sentido, con tecnologías acordes a las necesidades de cada proyecto, como puede ser una plataforma digital que efectiviza las finanzas o una aplicación móvil que facilita la gestión de cobros y pagos, una pequeña empresa puede potenciarse, evolucionar rápidamente y escalar su volumen de ventas.
Por su parte, las compañías también están buscando startups y pequeñas empresas con las que hacer alianzas para desarrollar nuevos productos. Para ser una empresa innovadora, es clave no perder la curiosidad por lo nuevo, ni la energía para asumir el riesgo de intentarlo. Después, el trabajo en conjunto sin dudas da buenos resultados. Si nos potenciamos mutuamente, vamos a poder multiplicar el mindset innovador dentro de las compañías y transformar la manera de hacer negocios, buscando siempre estar cerca de las demandas y necesidades de los clientes.
Cuando hablo de emprender, solo puedo pensar en la integración de las grandes y pequeñas empresas para, en conjunto, seguir alimentando el mercado argentino, que sin dudas tiene el talento y las ideas para ser un gran semillero de innovación y desarrollo de negocios.
El autor es CCO de Interbanking
Comments